El apego se refiere a un vínculo específico y especial que se forma entre la madre y el niño, en los primeros años de vida.
Una relación sólida y saludable con la madre o cuidador primario, se
asocia con una alta probabilidad de crear relaciones saludables con otros,
mientras que un pobre apego parece estar asociado con problemas emocionales y
conductuales a lo largo de la vida.
Las formas de
apego se desarrollan de forma temprana y poseen alta probabilidad de mantenerse
durante toda la vida. En base a como los individuos responden en relación a su
figura de apego cuando están ansiosos, definieron los tres patrones más
importantes de apego y las condiciones familiares que los promueven, existiendo
el estilo seguro, el ansioso-ambivalente y el evasivo.
Los niños
con estilos
de apego seguro, son
capaces de usar a sus cuidadores como una base de seguridad cuando están
angustiados. Ellos tienen cuidadores que son sensibles a sus necesidades, por
eso, tienen confianza que sus figuras de apego estarán disponibles, que
responderán y les ayudarán en la adversidad. En el dominio interpersonal, las
personas con apego seguro tienden a ser más cálidas, estables y con relaciones
íntimas satisfactorias, y en el dominio intrapersonal, tienden a ser más
positivas, integradas y con perspectivas coherentes de sí mismo.
Desde la
integración del ciclo vital, se consiguen reparar estados de apego deteriorados
logrando la integración neuronal y la rápida curación de adultos que han
experimentado trauma complejo, o abandono, o considerable desatención durante
su infancia, permitiendo que el cliente vuelva a
estar en contacto con sus propios recursos y su propia fortaleza.
Adjuntamos
un vídeo de la investigadora Ainsworth, especialista en la
teoría del apego, que describe como manifiesta un bebé un apego seguro hacia su
madre.
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